La aparición de dos marcas de yerba con supuestos componentes cannábicos, originó una expectativa inusitada y la atención puesta en los aspectos que rodean el consumo de la yerba. A poco de aparecer los paquetes de las marcas Abuelita y Cosentina, el Ministerio de Salud Pública instó a no consumir, extendió la advertencia y rápidamente se retiraron de las góndolas.
Las empresas productoras dijeron que habían realizado las gestiones y que interpretaron que las mismas estaban completas y prometieron que una vez finalizados los trámites, reiniciarán la venta.
Entre medio, hubo generalizada confusión. Se planteó por ejemplo la duda sobre un supuesto engaño en el caso de que la yerba no tuviera en realidad cannabis, sino un simple "gancho" para incautos compradores.
A la inversa, se preguntaron dónde estaban entonces las plantaciones de cannabis, capaces de producir la cantidad suficiente como para abastecer toneladas de yerba, aunque con un porcentaje minúsculo del producto.
Fue allí que surgieron aclaraciones sobre la diferencia entre el cáñamo, también conocido como cáñamo industrial y la marihuana, todos productos de una misma planta, que ahora da lugar a una nueva faceta de la noticia. En efecto, el gobierno anunció que hay intenciones de estimular los proyectos de uso industrial del cáñamo, que tiene muy bajo componente psicoactivo de THC y abre una posibilidad a la industria textil en fibras y otros usos.
El cáñamo busca abrirse paso
No son pocos los promotores del cultivo de cáñamo con perspectivas industriales a gran escala incluyendo el ofrecimiento de fortunas a quienes lograsen refutar científicamente la tesis de Jack Heler que presenta al cannabis como una solución sin parangón a numerosos problemas del mundo incluyendo el hambre.
En efecto, las semillas de cannabis conocidas como cañamones, son el alimento vegetal más proteínico, siendo considerado el más completo que se puede encontrar en una sola planta.
El cáñamo acompañó al ser humano a lo largo de prácticamente toda su historia. En China se hace referencia a su explotación desde hace unos 8.000 años, en España se cultivó durante varios siglos seguidos y hasta las velas de las naves de Cristóbal Colón, la bandera estadounidense y los papeles con que se declaró la Independencia norteamericana, fueron confeccionados con fibra de cannabis.
El 90% de las cuerdas, las velas para navegación y muchas redes de pesca, se hicieron con cáñamo y hoy sigue siendo muy utilizado en muchas embarcaciones por su gran resistencia a la humedad y las variaciones climáticas. La disminución de su cultivo en los países industrializados, comenzó a raíz de una confusa política de la prohibición de la marihuana, que afectó directamente al cáñamo.
Se puede hablar de la utilidad del cáñamo en las fibras textiles (estopa), semillas y aceites ricos en grasa, biocombustibles, bioplásticos, celulosa para papel, aplicaciones medicinales y cosméticas de los aceites, materiales aislantes en especial textiles para automóviles de la marca Audi y BMW entre otras y finalmente marihuana.
Por otra parte, ropa, comida, casa, muebles, aceite nutritivo, jabón, shampoo, esteras, aislantes, fieltros, pinturas, barnices, combustible, son algunos de los usos que podría tener esta planta hoy en día.
En algunos países como Francia, Canadá y Suecia existen industrias específicas dedicadas a la producción de derivados de calidad del cáñamo.
Diferencias entre cáñamo industrial y marihuana
Las variedades de cannabis destinadas a uso industrial y alimentario, suelen contener un menor porcentaje de THC (tetrahidrocannabinol), que aquellas destinadas al uso recreativo o medicinal.
El nombre científico de la planta es cannabis sativa, cuyo nombre genérico es cáñamo o cáñamo de Manila. En consecuencia, el cáñamo y la marihuana son plantas similares obtenidas de diferentes cruces y selecciones que dieron lugar a variedades con características diferentes y que pueden seguir cruzándose entre sí. La marihuana es una variedad de cáñamo en la que se ha potenciado la concentración de THC.
Sustitución de los árboles
No se conoce con certeza la razón por la que empresas forestales y productoras de celulosa, no han potenciado la plantación del cáñamo industrial. Se asegura que puede servir como alternativa a la deforestación causada por la industria papelera, ya que estas plantas crecen rápidamente y se cortan cada año como otro cultivo agrario, obteniéndose un gran tonelaje anual de celulosa, fibras y aceites al mismo tiempo, sin tener que cortar árboles de mayor impacto ecológico y de más lento crecimiento.
Una hectárea de cannabis puede producir el cuádruple de material que una de árboles. El papel de cáñamo es más resistente que el de la pulpa de madera y no requiere ácidos ni cloro. Además puede ser reciclado en forma óptima hasta siete veces, mientras que el convencional de madera sólo hasta cuatro.
La fibra de cannabis aparece en algunos productos de papel, considerado como componente de alta gama.
La utilidad del cáñamo como biocombustible es de gran interés junto con otros aceites vegetales, en especial porque el CO2 liberado de su combustión es el mismo que el consumido por la planta durante su crecimiento, lo que significa polución prácticamente nula y que el propio ciclo es capaz de reabsorber.
Cualquier material plástico o hecho a partir de madera, puede ser emulado con éxito a partir de las plantas de cannabis, siendo además directamente biodegradables y reciclables.
El aglomerado elaborado con cáñamo tiene el doble de resistencia que el de madera y sostiene mejor los clavos.
Actualmente muchas piezas de automóviles llevan fibras de cáñamo, pero ya en 1941 la carrocería de un modelo fabricado por Henry Ford, realizada a base de cáñamo y habas de soja, tenía una resistencia tal que llevó a Ford a golpearlas con un hacha para demostrar su dureza.
Además el cáñamo es considerada la fibra textil de origen vegetal más larga, suave y resistente. La tela que se elabora con ella, puede presentar diferentes calidades en algunas ocasiones más suave que el algodón. También es más aislante, fresca, absorbente y duradera.
Una hectárea de cannabis puede producir el doble de fibra que una de algodón y requiere menos productos químicos al punto que el cannabis no requiere los numerosos pesticidas que se utilizan para el algodón y que estropean los suelos.