La mayor parte de la población llegará a la instancia electoral de octubre sin saber qué decidir en cuanto al plebiscito que impugna la reforma de la Seguridad Social.
A diferencia de los allanamientos nocturnos (un tema mucho más claro y fácil de explicar) la complejidad de la reforma y su posterior impugnación, plantea tantas dudas como puntas tiene el tema.
Dentro de la propia izquierda donde supuestamente se encontrará el mayor porcentaje de votantes contra la reforma, la falta de una postura común se ha extendido no solo a la masa electoral, sino también a los líderes directos, ya que tanto Orsi como Carolina Cosse parecen no encontrar las palabras adecuadas para explicar que si bien a primera vista resultaría inconveniente a los efectos financieros del país, están dispuestos a encontrar algún mecanismo "cuya dificultad no nos asusta" según las propias palabras de Yamandú Orsi.
Delgado por su parte, parado sobre la misma posibilidad que le da la difícil comprensión del tema, aceleró sus advertencias sobre "colapsos económicos, suba de impuestos y riesgo de inversiones" en el caso de que el plebiscito alcance la mayoría.
No dudó en utilizar la palabra "catástrofe" y puso a la fórmula frenteamplista en la necesidad de definirse y hacer campaña, ya que (de acuerdo a las propias palabras de Delgado) va a ser responsable de que las políticas para los más vulnerables no estén, porque la plata no va a estar.