Los tres rehenes asesinados bajo el argumento de que fueron confundidos con combatientes palestinos y la advertencia de Hamás de rechazar cualquier negociación si los ataques no cesan de manera completa, se sumaron a los anuncios de Israel de que seguirá adelante desoyendo los desesperados intentos por detener uno de los mayores baños de sangre de los últimos años.
La red de túneles con una extensión de más de cuatro kilómetros quedó al descubierto, mostrando la intención de Hamás de responder oportunamente a las amenazas israelíes, pero los choques ya dejaron 18.800 muertos en su mayoría civiles lo que aumenta la presión interna e internacional por parar esta locura.
El sábado el Papa Francisco lamentó la muerte de dos mujeres en una Parroquia de Gaza, en cuyo territorio -dijo- hay civiles indefensos que son blanco de disparos y bombardeos.
Durante la tregua de noviembre, un centenar de israelíes y extranjeros fueron liberados a cambio de 240 prisioneros palestinos, pero la parte más importante que debía venir ahora, sigue totalmente trancada amenazando con convertirse en el peor flagelo que haya sufrido la zona donde hoy residen más de medio millón de personas.