A la espera de lo que puede resultar una masacre, el mundo asiste al segundo capítulo de la guerra mientras un millón de palestinos ya han salido del norte de Gaza huyendo hacia el sur.

La reserva de combustible en los hospitales se agotará en 24 horas, apagando los generadores de reserva y poniendo en peligro la vida de miles de pacientes, mientras el Papa Francisco desde el Vaticano emitió un pedido humanitario para que, por encima de los crímenes sufridos, Israel reconsidere el ataque. 

Francisco, que teme que uno de sus mejores amigos esté entre las víctimas de los ataques de Hamás, pidió liberar a los rehenes israelíes y abrir corredores humanitarios en Gaza, cerrando su alocución con una lacónica frase: "de repente tengo ganas de llorar, porque me gustaría escapar muy lejos".