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Los Recuerdos de Susana Sienra |
5 dic 2016 | Al subirnos a un avión para irnos,sucios, hambrientos y arrastrándonos Wilson me dijo "no podrás decir que te di una vida aburrida" |
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La última nota a Susana Sienra recoge testimonios sobrecogedores de la vida con Wilson. "Vos tuteame que así me siento más segura", pide y se ríe, como lo hará en muchos pasajes de la charla.
...Cuando le pregunto si aún lo extraña mira al frente, con la cabeza ladeada, se toma unos segundos y con los ojos encendidos dice simplemente: "horrible". Tal vez con esto tengan que ver también sus nervios y sus temores: con el riesgo de defraudarlo. A él que siempre hizo de la palabra, a la vez, fina herramienta y arma poderosa. "...Recuerdo Punta del Este como algo tan divino... por lo pronto todo el mundo se saludaba, aunque no se conociera. Era una vida muy sencilla, uno llevaba para allá la ropa más sencilla que tenía en Montevideo. Las cosas viejas se dejaban para usar en Punta del Este. Y allí pasábamos los veranos y allí conocí a Wilson. Nos hicimos amigas en la playa con la prima, cuando su familia alquiló la casa de mi abuelo. Y ella me hablaba de su primo y yo le hablaba del mío: "el mejor estudiante de la escuela Brasil ", le decía. Era (Eduardo) Jiménez de Aréchaga. -A ti te querían presentar al hermano mayor de Wilson.
"...Sí, me lo tenían como candidato. La tía decía "tengo unos sobrinos... le eché el ojo al mayor para ti, porque el otro es medio alocado" (se ríe). -¿Qué te gustó de él? La manera de hablar, los ojos, la expresión, el humor fabuloso... Me conquistó andando en bicicleta los dos. Salíamos un montón de chicas y muchachos, siempre con una señora que en el caso era mamá que también andaba en bicicleta, porque no se podía salir sin señora. Y siempre Wilson se ponía al lado mío. -¿Qué recordás especialmente de esa salida del país? Íbamos en tres autos, Wilson iba en el del medio, si me paraban a mí el otro iba a avisarle a él que me habían parado. Fue bravo. En el momento uno no se da cuenta. No se nos ocurrió ni siquiera comprar algo para comer, estábamos hambrientos. Me acuerdo que él durmió profundamente en un ranchito en Maldonado. He contado muchas veces que en el momento en que fuimos a subirnos a un avión para irnos (luego del golpe de Estado de junio de 1973), sucios, tres días sin cambiarnos de ropa, un hambre que nos moríamos, arrastrándonos por el piso para llegar al avión, me dijo: "no podrás decir que te he dado una vida aburrida". Me hizo reír. Tenía un humor especial, siempre supo sacar partido de los peores momentos.
- ¿Hay algún lugar donde no lo hubieras acompañado? Yo le dije: "bueno, si hay que elegir, elijo París". Pero París era un nido de policías uruguayos. Nos dijeron que era muy peligroso ir ahí porque había muchos tupamaros en París y entonces se había llenado de policías uruguayos. Al final no sabías si andabas con un tupamaro o con un policía. Por eso fuimos a Londres. Me acuerdo que Wilson decía: "aquí la policía no lleva armas y sonríe". Ese fue el argumento que me dio para ir a Londres, que a mí no me gustaba por el clima. Estuvimos dos años sin salir de Londres, no teníamos pasaporte. Dos años en ese clima horrendo. - Antes estuvieron en Argentina, hasta que mataron a Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.
..Sí, claro. Ahí hubo una falla espantosa, porque los amigos decidieron que había que avisarle a Wilson, que estaba en La Panchita, un campo que habíamos comprado con la venta de un campo de mi suegro en Uruguay. Y le dijeron a alguien que le avisara a Wilson lo que había pasado, y él dijo que sí pero se vino para Montevideo. No sabíamos nada. Hubiera dicho "no me animo", Wilson siempre decía que no es obligación ser valiente. Pero no dijo nada y no fue. -¿Qué cosas perdieron por ejemplo?
Cartas de novios. Antes se escribían mucho los novios y se mandaban por una agencia que no me acuerdo cómo se llamaba. Tenía un montón de cartas de Wilson y ahora no tengo ninguna. - ¿Por qué las quemaste? Por miedo a que cayeran en manos ajenas en algún allanamiento. Cosas íntimas... y las quemé con una pena... qué horrible. Pasamos bastante mal esos momentos... en fin, pero otros pasaron peor. -¿Recordás la noche que mataron a Zelmar y a Gutiérrez Ruiz? "Bueno, eso fue horroroso. Wilson y Juan Raúl se refugiaron en la embajada de Austria, y yo no quise irme porque quería despedirme de mi madre, que tenía 88 años... menor que yo ahora. Entonces me quedé, con un susto espantoso pero me quedé. Vine a verla a Montevideo. Y cuando saqué pasaje para irme a Europa le dije al de la compañía: "quiero pasaje para un vuelo que ya haya hecho escala en Buenos Aires, que sea Buenos Aires - Montevideo - Europa". Y me vendió uno supuestamente así. Pero cuando estaba volando, tranquila porque si bien dejaba el país, a mi familia, a mi madre, por lo menos estaba a salvo de las torturas -porque a lo que le tenía más miedo era a las torturas- uno de la compañía dice: "en diez minutos aterrizamos en Buenos Aires, se pide a los pasajeros que bajen" (se ríe). ¿Te das cuenta el terror? Dije: "aquí me agarran y me torturan". Tú sabés que el hombre me vio la cara y se dio cuenta, debo de haber puesto una cara de pánico... vino con una manta, me la puso por encima y me dijo: "no baje, cúbrase y hágase la dormida, voy a decir que se siente mal". A él le debo la vida, porque creo que si hubiera bajado me habrían agarrado.
-¿Viste llorar a Wilson alguna vez?
"Mirá... se le cayeron las lágrimas un día que estábamos en Washington, todavía no habíamos elegido lugar donde establecernos, y estábamos Wilson, Juan Raúl y yo. Y Juan Raúl nos dejó una carta sobre la almohada diciéndonos que él no se iba para Londres con nosotros, que quería abrirse camino solo. Y ahí se le cayeron unas lágrimas. Y después cuando murió la madre por supuesto. -Van a hacer 25 años que murió. ¿Aún lo extrañás? " Horrible. No me acostumbro, en cada cosa, linda o fea, está presente.
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