La víctima fue identificada como Dora Esther Couce, de 47 años. La mujer le había pedido a Eduardo Silveira, de 65 años, que se retirara de la casa.
Varios episodios de violencia habían determinado la decisión de Couce. La mujer trabajaba en un geriátrico en horario nocturno, en tanto que Silveira estaba jubilado y había montado un criadero de perros para la venta.
La pareja se había separado 20 días antes, según relatan vecinos. Dora Couce había contado a sus amigas que lo habían hecho en "buenos términos" y que Silveira no tenía más llave de la casa.
El domingo sobre las 10 de la mañana, Silveira apareció en la finca, situada en l zona este de la capital departamental.
Los vecinos escucharon tres disparos y poco después apareció en el lugar un móvil policial.
Según El Telégraf fue el propio agresor que llamó a un primo para narrarle el asesinato y su propósito de quitarse la vida.
“Maté a Dorita y ahora me voy a matar yo". le anunció. El familiar llamó inmediatamente al 911.
Al ingresar a la finca, los policías hallaron sobre la cama matrimonial, en el dormitorio principal, el cuerpo sin vida de una mujer, con profuso sangrado y tres impactos de bala: dos en el pecho y el restante en la sien.
En tanto, sentado en una silla, en la misma habitación, Silveira yacía muerto.
En las paredes, había escrito algunas frases que denotaban cómo se sentía después de asesinar a su expareja.
En el lugar fue encontrado un revólver calibre 38 largo.