Es sintomático que quienes deben administrar los bienes del Estado, lo que menos hacen es justamente eso.
Cabe esta reflexión en forma particular en lo que se refiere a una propiedad que fuera adquirida para utilizarla como sede de la Aduana en nuestra ciudad, hace algunos años y que actualmente luce (¿) totalmente abandonada propiciando su utilización por quienes se aventuran a pernoctar en ella.
Se han realizado denuncias varias a través de la prensa oral y escrita pues su abandono en pleno centro de la ciudad ha propiciado incluso que sirviera de punto de ingreso en una finca vecina en la que se dio una “entradera” con grave perjuicio para un antiguo y conocido vecino quien poco después, afectado por lo sucedido falleciera.
Es foco de criadero de roedores, de reproducción de insectos y mosquitos en el enorme fondo abandonado, cubierto de yuyales y con veredas destruidas, extenso frente lateral de más de 42 metros totalmente a oscuras, persianas que cubrían las ventanas que han sido sustraídas, vidrios rotos, muros bajos que permiten ingresar al predio sin inconvenientes, poniendo a los vecinos en riesgo de recibir visitas no invitadas.
¿Que hacemos con este bien abandonado como tantos otros en pleno centro de una ciudad de Turismo?
No olvidemos que está en calle de entrada a la ciudad y a una cuadra de la semi peatonal y de lugares dedicados a la cultura, todos los que se pretenden mejorar para darle otro aspecto a la población.