Posesión, juego asociado, protagonismo, vocación ofensiva y profundidad. Uruguay desafió el martes a su propia lógica futbolera y con un marcado cambio de imagen aplastó a Paraguay por 4 a 0.
¿Las formas demostraron que el equipo que dirige Óscar Tabárez está capacitado para proponer juego? ¿O el estilo practicado ante los guaraníes sólo se puede intentar ante determinados rivales y en circunstancias excepcionales?
El tiempo y el devenir de las Eliminatorias lo dirán.
Pero lo que quedó en claro tras el triunfo ante la albirroja es que determinadas verdades que se creían absolutas sobre la forma de jugar de Uruguay se cayeron o se relativizaron bastante.
Que el equipo siempre tiene que responderle a la propuesta del rival, que no puede superarlo en posesión de pelota y que no puede asumir una postura audaz desde lo conceptual.
Que Cavani tiene que ser sacrificado a volantear, que Gastón Ramírez no puede ser la manija del equipo, que el mediocampo se tiene que superpoblar de piernas aptas para la marca.
Uruguay asumió el desafío de proponer y goleó. Sumó nuevos elementos sobre la base de sus fortalezas tradicionales y se enriqueció. Y como si fuera poco volvió a la cima de las Eliminatorias. Todo ilusiona.
De respuesta a propuesta
A diferencia de lo que pasó en el resto de los partidos de esta Eliminatoria jugados como local (Colombia, Chile y Perú), Uruguay asumió una postura audaz desde la conformación del equipo y protagónica desde la ejecución con una presión alta, agresiva, laterales (sobre todo Mathías Corujo) lanzados al ataque, volantes de buen pie jugando en sociedad y delanteros en constante movilidad para crear espacios. Así cayó una goleada gestada en base a todas esas premisas.
Un solo 5
Si bien Tabárez venía jugando con un volante tapón por delante de los cuatro defensores, hasta el partido con Argentina colocaba cuatro hombres por delante con dos centrales (ante Argentina fueron Mathías Corujo y Nicolás Lodeiro) en constante repliegue. Contra Paraguay Egidio Arévalo Ríos jugó como eje central aportando equilibrio defensivo y un primer pase muy prolijo con dos laderos de vocación ofensiva.
Posesión de pelota
Uruguay pasó de intentar 215 pases contra Argentina con una efectividad de 72% a realizar 366 pases ante Paraguay con mucha mayor eficacia: 85%. En el rubro posesión dominó a su rival con un 55%, algo inusitado en el ciclo Tabárez donde el equipo se ha caracterizado por resignar el dominio del balón para dedicarse a minimizar al rival y utilizar vías directas para canalizar sus ofensivas. El ingreso de Gastón Ramírez –aún con imprecisiones a la hora de hacer circular la pelota– le dio a Uruguay tenencia de pelota y pausa con los destellos de su clase.
El generador oculto
El rol de Luis Suárez fue determinante en la goleada del martes. El salteño salió de su posición de 9 fijo –que muchas veces tienta a sus compañeros al pelotazo largo– y se tiró atrás y a las bandas para generar y asistir. Imparable.
Cavani de 9
La posición del otro salteño, Cavani, fue también fundamental, jugando bien de centrodelantero y no de "tapador" de subidas rivales como lo ha venido haciendo en los últimos encuentros con la selección. Se espera que este cambio continúe.