De Atenas a hoy 600 años antes de Cristo, la humanidad conoció el teatro como una actividad creativa en la que la fantasía y quizá el humor inspiraron a determinadas personas a cambiar su aspecto. Quizá con el tiempo fue que el hombre fue descubriendo la posibilidad de “ser otro”, tomar otra personalidad y representar desde la ficción imaginada un pensamiento y una conducta ajenas.
Casi 3 mil años después todo parece fácil, pero cuesta imaginar quiénes habrán tenido la primera idea. Es que si pensamos el teatro como una transformación de roles seguramente se mezclaron celebraciones, brujos y sanadores mucho antes de la idea de entretener, divertir y emocionar. Hacer reír, hacer llorar o simplemente actuar con la naturalidad que exige la tarea no es nada fácil. Deberían pensarlo quienes suelen deslizar críticas, porque hasta leer en voz alta frente a una platea provoca pánico.
En síntesis, además de memoria el actor debe aprender a superar el verdadero peso de las miradas que sólo ha experimentado el que alguna vez se paró en un escenario.
Hoy hace exactamente 41 años que el Elenco Teatral Enrique Guarnero llevó a cabo la primera actuación en público y algunos más desde que la idea comenzó a germinar en el entonces profesor de literatura Hugo Ultra a cuyo impulso, constancia y sacrificio le debemos que Mercedes pueda exhibir con honor ese trofeo cultural. "Testigo de Cargo" fue la obra elegida entre varias. Tenía todos los elementos necesarios para atraer la atención y el suspenso porque el género policial de Agatha Christie lo había demostrado 30 años antes en el Londres de 1953. El éxito fue alentador, tanto que unos meses después el elenco se animó a incursionar en temas más difíciles como la maternidad en una sociedad clasista, expresado en “Nuestros Hijos” de Florencio Sánchez. Y así, la catarata de títulos pasó por "Los árboles mueren de pie" de Alejandro Casona en 1984; "El crimen fue en Granada" (un homenaje a García Lorca conjuntamente con el ballet de Martha Casse y música de Sergio Ferreira) en 1986.
En 1988 "El Herrero y la Muerte" de Mercedes Rein y Jorge Curi, (inspirada en el capítulo 21 de Don Segundo Sombra de R. Guiraldes), "Amor más poderoso que la muerte" (de Alejandro Casona), "En las garras del Diablo" (historia de un crimen en San José de Mayo, inspirada en la obra de Justino Zabala Muniz). En 1989 "Sacco y Vanzetti" (crónica de una injusticia). En 1990 "Don Verídico se la cuenta" (con la presencia en sala del autor Julio César Castro). Dos años más tarde "El Cántaro Fresco" (una dramatización musicalizada de la prosa poética y versos de Juana de Ibarbourou). En 1993 "Almorzando con Pepa Beltrán" (parodia de los almuerzos de Mirtha) así como "Vestida de mar", "La pasajera", "Barranca abajo", y "El león ciego", entre otras.
El recuerdo aflora y las imágenes vuelven posándose en los que ya no están, después que sumaron sus méritos vistiendo los trajes que hoy se guardan colgados como testigos de grandeza.
Si es que el teatro es magia y misterio, desde algún rincón retornarán los aplausos aunque para este profesor de literatura impulsor, director y actor los halagos no sean lo que importa.
Felicidades por muchos años más!!