La vida privada de las personas tiene directa pertenencia a la intimidad. Sin embargo, cuando desde el gobierno se intercede con presiones para que no se difundan determinadas noticias se introduce un sesgo que complica la vida de periodistas y políticos.
Entre los primeros están los integrantes de un diario montevideano presionado según la denuncia de la Asociación de la Prensa del Uruguay para que no se difundan chats vinculados a la presidencia. Entre los segundos al propio Intendente de Soriano llamado por el presidente para pedir explicaciones a sus conceptos sobre el caso Astesiano.
El pedido público que el presidente había formulado semanas atrás para que no se difundieran los chats relacionados a su ex pareja tenía una fuerte causa que ahora se empieza a conocer dejando mal parado a la principal autoridad de la República.
Los hechos asombran, desbordan, sorprenden y lastiman.
¿Cuál es en realidad el verdadero presidente?. ¿Aquel de antes y después de la pandemia que manejó una postura de estadista, con la altura exacta para el uso de las palabras, el manejo impecable de los humores y la puntería adecuada en cada respuesta?
¿O éste al que los chats lo describen hurgando en los aeropuertos, ocupándose de la mezquindad de un caso de violación, o respondiendo groseramente a las preguntas que se agolparon en cuestión de pocas semanas.?
Vayamos por partes. Uno de los chats demuestra que el Partido Nacional organizó una fiesta para celebrar la victoria de la LUC. ¿Una fiesta con consumisión y alcohol resultado de la cual una joven fue violentada por cuatro? Nadie supo de ella, si bien un tiempo antes hablamos un mes entero del caso de la mujer del Cordón que padeció un caso parecido. ¿El presidente intrigado por los detalles? ¿Para qué? Antes solía decir que jamás se ocupaba de lo que no era gobernar.
Pero lo que ha revolucionado el espectro informativo son los contactos que hacen referencia a los movimientos de su ex mujer, movilizando el aparato policial en averiguaciones que lo descalifican como autoridad y como hombre.
En su defensa, podríamos decir que es una curiosidad humana y a veces indominable. En efecto, quienes han atravesado separaciones luego de un amor apasionado han caído en la tentación de aventar fantasmas, buscando en la certeza el alivio a esas pasiones. Si, espiar es humano. Pero es el presidente y debió saber desde mucho antes que no debió exponerse.
Los periodistas no podemos negarnos, aún a riesgo de enojar a personas que por su fanatismo pretenden que se escondan episodios que resultan negativos. Tampoco lo hacemos con placer porque no es constructivo. Más bien duele al recordar el orgullo que tantas veces hemos experimentado como uruguayos cuando se elogia en el mundo el tipo de presidente que tenemos y que quisiéramos seguir teniendo.
Así que, después de todo esto es la hora de la madurez. No es el tiempo de la máquina de picar carne, sino la oportunidad inmejorable de que todo el arco político y la sociedad en conjunto tejan el futuro zurciendo con cuidado, aún sabiendo que el presidente no podrá quitar jamás la mancha en su camisa.