¿Cuál será la razón por la que la política termine envolviendo a hombres de bien transformándolos en sujetos insensibles a la realidad y dispuestos a desconocer las preocupaciones sociales de la mayoría?
¿Será que, de golpe, se sienten superiores y dejan a un lado la sensibilidad de que hacían gala cuando eran candidatos y se entreveraban con la gente?
Ayer y el lunes se vivieron dos episodios que se suman a otros que están encendiendo luces amarillas sobre las conductas que deben adornar a quienes han sido electos para redactar leyes y cuidarnos trabajando para ello.
Eran pasadas las 6 de la tarde de ayer cuando en la Cámara de Diputados fue pedida la suspensión de la reunión a fin de que legisladores del Frente Amplio fueran a participar ¡de una marcha! que en las afueras del Palacio se realizaba en reclamo por las ollas populares de Montevideo. El pedido, (que finalmente se aprobó) tuvo una hora de discusiones entre legisladores que se negaron y los que lo apoyaban. Propuestas, réplicas y discursos siguieron a un pedido de votación nominal para que cada uno dejara estampado en actas su voluntad. Afuera, la ridícula tirantez entre un Ministerio que vintenea denunciando que alguien se roba platos de comida, y promotores de comedores privatizados para usarlos como propaganda política había llegado a niveles de indignación. Un poco más lejos, siguieron retumbando los ecos de una puja entre ediles y la Intendenta de Montevideo que ha logrado encumbrarse entre los titulares de la prensa aún cuando todos saben que el juicio político que se promueve a Cosse no tiene la más mínima chance de prosperar. Es más, hasta se asegura que dentro del Frente Amplio le dan manija para que se afirme en su arrogancia, soberbia y altanería de modo de que fracase en sus intentos de candidatearse en la fórmula presidencial del 2024. Es la mejor manera de perder pero ella cree ganar.
Pero el problema no es ese, sino que la atención esté puesta en temas triviales, y así los informativos y programas periodísticos se llenan de cruces irónicos, vacíos, repitiendo eslóganes inconducentes.
Una visita a los organismos del Estado nos ha permitido visualizar de cerca el grado de inmadurez de buena parte del funcionariado que se mueve dentro de la actividad pública donde hasta los ascensoristas y los porteros se la creen; cuanto más los que tienen algún cargo. Han olvidado rápidamente de dónde provienen y hasta parecen afiliarse a la personalidad de María Antonieta cuando respondió con la famosa frase del pan y los pasteles a los reclamos del pueblo. Ella terminó en la guillotina y nosotros alguna vez en la pérdida de la democracia.
Cuidado! Ya hay encuestas que reflejan un alto porcentaje de uruguayos desilusionados de la política y de los políticos. Y por el camino que vamos el horizonte no promete prosperidad sencillamente porque en este partido la violencia, la incultura y los modismos dominan en la defensa, en el mediocampo y en la delantera.