Nos encontrábamos caminando allá por la década del 1930 por la linda, limpia y ancha calle Artigas de aquellos tiempos, recorriendo los diferentes comercios que allí estaban establecidos y de los cuales tenemos algunas notas, facturas o recuerdos para identificarlos.
En la propia esquina con la entonces calle San José (luego Roosevelt), se encontraba el reconocido comercio de don Jesús F. Chelle con su amplia entrada, varias vidrieras por la última calle y un gran surtido de almacén, ferretería, bazar y mercaderías anexas.
Era nombrada como “Casa Chelle” y en sus facturas se establecía que los precios debían abonarse en oro sellado.
Sumamente requeridos sus servicios, se atendía el reparto con un camioncito de los primeros que circularon en nuestras calles, antecesores aquellos de las hoy llamadas “utilitarias”.
Cruzando Roosevelt (no olvidar que estamos por 1930), se encontraba la reconocida Confitería “La Central”, primero de Zefferino y Preione, luego de los hermanos Carlos y Wáshington Zefferino, con un completo stock de bebidas y excelente repostería.
Ocupaba los dos frentes por Artigas y Roosevelt con amplias aberturas teniendo el despacho sobre la última de las calles citadas, detrás del cual existía un amplio salón al que concurrían numerosos vecinos de cierta edad participando de reñidos juegos de cartas y en mesas de billar.
Fue también refugio de estudiantes en horas libres y en otras designadas por ellos mismos en tal carácter. Se entretenían con billares y cartas también, separados de los mayores.
En otro ambiente, entrando por calle Artigas, ascendiendo unos escalones, se encontraba un salón familiar con numerosas mesas donde las damas y familias enteras concurrían asiduamente.
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Salteando unos pequeños comercios que cambiaron de propietarios o inquilinos reiteradas veces, encontramos la “Zapatería y Talabartería” de A. Enrique Rodríguez, reconocido comercio especializado en Artículos de viaje y calzados finos, teniendo su puerta de entrada la numeración 328.
Ubicada en planta baja de una fuerte edificación, aún hoy mantiene la misma estructura con una amplia entrada en esa numeración citada, flanqueda por dos amplias y luminosas vidrieras.
Luego de la época que nos ocupa han sido numerosos los comercios que se han sucedido en ese amplio local comerciando en diferentes ramos como Mueblería, Librería, Zapatería otra vez, etc.
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Transcurriendo por la entonces segura vereda hacia la calle Rodó encontrábamos vidriera y puerta en esquina de la “Farmacia Ponte” del farmacéutico don Humberto A. Ponte, firma que aún hoy persiste en otro sitio y con diferentes propietarios.
Siempre bien surtida de medicamentos, atendía con sus dependientes, de los que en particular recordamos a Emilio Pintos Diago, con una extensa y dedicada disposición.
Sobre las aberturas de vidriera y entrada principal lucía una marquesina que le confería un destacado aspecto.
Fue durante muchos años referencia dentro del comercio mercedario contando con una numerosa y selecta clientela.
Y luego cruzando la calle Artigas, mismo sobre la de Rodó, hallamos la “Casa Araújo” que en sus facturas y notas destacaba que era la mejor surtida y la que vende más barato, comerciando en Ramos Generales con preferencia en el de Tienda.
Su propietario, nombrado como Importador era don Camilo Araújo y se recuerda el edificio teniendo sus aberturas pintadas de un color rojizo, cubriendo las vidrieras con postigos de madera de ese color.
Instalada en una edificación de una sola planta permaneció allí hasta fines de la década de 1940, siendo luego demolida para dar lugar a una edificación más moderna instalándose allí distintos comercios a través de los últimos sesenta años.
Hoy funciona allí una dependencia de un conocido supermercado.
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Y trasladándonos hacia el norte cambiamos y tomamos la calle Colón encontrando en aquella época a la conocida Farmacia “Del Aguila” de Carlos A. Volonterio, que sobre su puerta de entrada lucía la figura en material de dicha ave rapaz.
En una edificación moderna para la época, se encontraba ubicada en la vereda este de aquella calle, entre Paysandú y Giménez.
Era sucesora de la antigua farmacia de esa denominación que funcionara en local de Roosevelt y Artigas, que se individualizaba con ese mismo animal.
Pocos metros más hacia el sur, cruzando E. Giménez y en la propia esquina encontrábamos otro reconocido comercio, que se auto-denominaba como “la mejor casa para compras” que era la Casa Ubillos que ya había tenido otras ubicaciones anteriores en barrios más alejados del centro.
Esa tienda, de gran prestigio, tenía también buena mercadería y era muy visitada por su numerosa clientela.
Posteriormente se instaló allí la reconocida sucursal de París Londres, cuya casa central tenía por sede la ciudad de Paysandú.
Llegó a tener sucursal en la ciudad de Dolores, comercio que luego fue absorbido también por la tienda París Londres en aquella ciudad.
Finalmente mostramos una nota de la reconocida Casa “Telesca”, la que tuvo diversas ubicaciones aunque casi todas en el cruce de las calles Colón y Roosevelt (antes San José) de la época.
Un comercio siempre bien surtido comerciaba con numerosos renglones, incluso el fotográfico, del que sus propietarios eran reconocidos profesionales.
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Y como decíamos en la primera nota relacionada con comercios de la década de 1930, hemos apelado para su confección a antiguos documentos expedidos por aquellas casas hoy desaparecidas en su casi totalidad, encontrados en viejos anaqueles.
Con esto queremos hacer notar que no es necesario saber historia aprendida en los textos exclusivamente, para poder redactar o confeccionar notas sobre temas que pueden ser de interés de nuestros vecinos.
Complementadas con fotografías de época es factible lograr aceptables textos que despierten el interés de nuestros convecinos.