La velocidad del progreso hace que en muy poco tiempo invenciones, nuevas actividades y distintas herramientas que se van conociendo, deban obviarse al ser sustituidas por otras más prácticas y mejor ajustadas a las necesidades que se van popularizando.
Esto ha sucedido con una invención que, en su momento revolucionó al mundo en su totalidad, acortando distancias, propiciando acceder a noticias y novedades en muy corto tiempo al comienzo de su aplicación y en forma inmediata una vez perfeccionados distintos elementos y disposiciones para una mejor utilización de los mismos.
Esto sucedió con la utilización del telégrafo, eficaz descubrimiento que luego de la experimentación de distintos inventores y científicos logró Samuel Morse su implementación, de tal manera que fue una necesidad imprescindible en distintas actividades que se fueron produciendo en todo el mundo.
A Morse se debe la simplificación en la aplicación de todo el sistema que, partiendo de la transmisión de distintas formas de golpes producidos en un manipulador, golpes que se trasmitían a través de líneas de cobre que partían de un conmutador lleno de clavijas de bronce, desde donde se difundía a los sitios de recepción dispersos en todo el mundo y en particular en nuestro país.
Esos golpecitos dados en ese aparato denominado “saliente” se recibían en el lugar de destino en otro aparato denominado “sonante”, siendo traducidos por el empleado receptor que tenía su oído acostumbrado a distinguir la serie de golpes que indicaban distintas letras para irlos combinando, rápidamente, y transformarlos en palabras y frases.
¿Quien no ha sido destinatario de un telegrama por diversas circunstancias, fueran de felicitación, de pésame o comunicando cualquier otra noticia, el que nos llegaba escrito en un papel, y que significaba la traducción de los golpes trasmitidos entre aquel manipulador en el sitio de despacho y el respectivo “sonante” en el lugar de destino?.
Desde siempre hemos sabido que los signos que dibujamos a continuación (. . . - - - . . .) tres puntos-tres rayas y tres puntos - significaba la palabra SOCORRO y los signos representaban las letras S O S que muchas veces hemos visto representadas en revistas o en novelas de aventuras, en películas de naufragios de naves, en muchas ocasiones en que el peligro hacía necesario esos urgentes pedidos.
S O S . . . - - - . .
(Pedido de auxilio a través del código Morse)
Haremos referencia ahora a datos que nos han sido trasmitidos por dos ex telegrafistas que desempeñaran su actividad en la cambiante oficina que fuera instalada en nuestra ciudad, los Sres. Ricardo Gadea Mazzoni y Alfredo Ciriaco Nicora complementados con documentación propia.
Decimos cambiante pues se instaló en su primera ubicación – en 1895 - en la finca que utilizaba el Platino Brasilero, junto al Banco Mauá, en calle hoy E.Giménez entre Colón y Artigas, siendo Jefe de la Oficina y telegrafista don Manuel Irastorza. (1901).
Posteriormente ocupó un local en la esquina noreste de calles Paysandú y Artigas donde permaneciera largo tiempo y seguía aún en 1915 hasta que dos años después pasó la oficina al edificio que fuera del Hotel Roma, casa de altos en Artigas 273.
Por 1932 ocupaban un local en calle Colón Nº. 135 y siendo Jefe don Severino Conrado Parodi desde 1938, pasan a otro local en la actual calle Careaga Nº 622, que hoy ocupa un escritorio rural con el teléfono 342.
Ocupó también por los años 1940/50 un local y la casa de familia ubicada en E. Giménez Nº. 838
Llevado luego a “la casa de piedra” de triste historia policial, en la esquina de calles Rodó y hoy Dr. Braceras, de 2 pisos y donde fuera Jefe de la Oficina telegráfica don Alfredo Nicora – padre – hasta su jubilación.
Finalmente al crearse Antel, el Telégrafo Nacional se instaló en la misma oficina de dicho ente, en la antigua casa de don Pedro Hors, en calle entonces Roosevelt Nº 681.
Recordaban aquellos “viejos” telegrafistas la severidad de los exámenes a que eran sometidos los aspirantes a ingresar en esa actividad, la enorme responsabilidad que asumían, ya que aparte de la gran actividad que tenían en su momento, era imprescindible trasmitir los mensajes sin equivocaciones que podían significar errores o consecuencias, en ocasiones trágicas.
Aquí cabe referirnos a lo que se transcribe en textos históricos, en los inicios de las trasmisiones telegráficas, que aunadas al analfabetismo de quienes podían recibir los mensajes se podían interpretar de distintas maneras.
En tiempos de Máximo Pérez, (por 1860) debido a los sucesos que se producían en Montevideo le enviaron un texto telegráfico que decía “Junte a su gente y véngase” y el que le fue leído por un ayudante así : “Junte a su gente y vénguese” por lo que procedió de inmediato a hacer degollar a varios prisioneros nacionalistas en represalia por lo que había sucedido en la capital y haciendo valer la interpretación que se le diera al mensaje.
(continúa el próximo jueves)