Durante varios años nuestra ciudad careció de una sala adecuada para la proyección de películas, luego de haber tenido a través de diferentes épocas, nada menos que cinco salas destinadas a ese fin.

La desaparición de esos lugares que se constituían en verdaderos centros de reunión, de sociabilidad, de encuentro, de entretenimiento, se debió al avance del progreso que a través de los videos y su fácil adquisición por medio del alquiler de cintas, propició que poco a poco el público se concentrara en sus hogares, adecuando las proyecciones a sus propios horarios y haciendo que las empresas dedicadas a la contratación y exhibición de las películas, a tratar de mantener en sus carteleras los estrenos y al propio sostenimiento de aquellos sitios, decidiera dejar ese negocio por improductivo.

Es sabido por todos nuestros vecinos que desde poco más allá del 1850 se instaló en la esquina de las calles San José y Sarandí (hoy W. Ferreira Aldunate-antes Roosevelt y 28 de Febrero) un bearnés llamado Juan Bautista Soumastre, quien junto a su domicilio instaló una cancha de pelota levantando un frontón para la práctica de ese deporte, propio de las tierras vascas españolas y francesas.

Fuera de esas actividades deportivas, aprovechaba la amplitud de ese terreno sobre la que estaba instalada la cancha, para utilizar periódicamente ese espacio para presentar allí la constante llegada de compañías teatrales, de zarzuelas, prestidigitadores, ilusionistas, gimnastas y cuantos espec-   táculos llamaban la atención entonces de nuestros vecinos, los que trataban de olvidar las penurias que les había provocado la larga contienda que denominada “Guerra Grande”, dividió a nuestras poblaciones durante su duración.

 Con un precario escenario, tal vez desmontable, se completaba el espacio con toscos bancos y sillas para la comodidad del público que concurría a presenciar los espectáculos que se les ofrecían, denominando al lugar como “Teatro Soumastre”; pasa luego a ser propiedad de Germán Fleurquin e hijos, conociéndose en esa época como “Teatro Fleurquin” (por 1892) y abreviando los tiempos es adquirido luego por el italiano Cayetano Giuzzio, bajo cuya dirección pasó a denominarse “Politeama Colón”.

Es durante esta dirección que adquiere prestigio y nombradía, siendo incesante el desfile de conjuntos y compañías de renombre, provenientes de las capitales del Río de la Plata las que arribaban en muchos casos desde el viejo mundo.

La historia posterior encaja ya en el título de esta nota, pues en los principios de las dos primeras  décadas del 1900 pasa a proyectar películas del rudimentario cine mudo de ese tiempo, las que se acompañaban con música a través del piano o armonio ejecutada por pianistas que seguían, “a cuello duro y rostro levantado”, el guión de las películas, dándole énfasis a los momentos más misteriosos o más alegres y emocionantes de las “cintas”.

Esto fue así hasta la aparición del sonido que integraba, acoplado a la proyección de la película, el relato de las escenas que se mostraban, complementadas con leyendas al pie de cada cuadro.  

Fallecido don Cayetano el teatro y cine entonces, pasó un tiempo cerrado, tomándolo luego a su cargo los Sres. Broggi, los que sufrieron un incendio que propició luego la reconstrucción de la edificación adecuándolo a la época (1937 ¿) y tomando a su cargo el mismo la Empresa Max Glucksman, denominándose entonces como “Cine Glucksman Palace”, nombrándose posteriormente, nuevamente refaccionado,  como Teatro Municipal y hoy como Teatro 28 de Febrero ya propiedad de la Intendencia.

Su actividad como lugar de exhibición de películas ha sido ya olvidada.

Hablemos ahora del “Cine Teatro Rex” originalmente conocido como el Cine “España” que tuvo una destacada historia, propiciando desde la década del 1920 la exhibición de películas, complementando la actividad del Cine Glucksman, siendo el público concurrente sumamente numeroso, destacándose “las matinés” de los domingos, a la que seguían otras dos funciones: “vermouth y noche”, todas generalmente con capacidad colmada, haciéndose “cola” por los espectadores para la compra de entradas.

La programación entonces era adaptada a los estrenos o “cintas” que habían recibido la aceptación del público siempre exigente. Recordamos también la exhibición de fotos de actrices y actores participantes en cada una de las películas, complementadas con escenas de las mismas que atraían el interés de los futuros espectadores, todo lo que se mostraba en grandes paneles en el hall del cine.

Se complementaba esto con el reparto en los domicilios del vecindario, de los programas destacando fecha, sección, nombre de las películas y de los actores y alguna foto de los mismos, precio y algún otro detalle como descuentos a estudiantes en alguna de las tres secciones habituales.

Durante un tiempo fue gerenciado por el Maestro de Música don Alfredo Magliacca, quien desempeñaba esa actividad cuando dio comienzo el cine parlante, siendo el Cine Rex el segundo en dar a conocer esa novedad en el medio, según lo dice el diario del 1.XI.930-(La Epoca) “Por los cines: El verdadero Cine Sonoro y Parlante. Nos ha comunicado la gerencia de la empresa Max Glucksmann que cumpliendo la promesa hecha a la culta población de Mercedes, inaugurará el sábado 8 la exhibición de los films sonoros y parlantes. Muy adelantados se encuentran los trabajos de instalación en el Rex Theatre. Las máquinas traídas de Norte América, constituyen el mayor esfuerzo realizado por dicha Empresa en el interior del país y que este equipo es similar a los que trabajan en los principales cines que la Casa Glucksmann posee en Bs. Aires, Mdeo., Sgo. de Chile, etc.- Conviene aclarar que esta instalación es definitiva ya que dicho equipo no es del tipo “transportable” y que sus exhibiciones constituyen la última palabra de la técnica de los films sonoros y parlantes. El público podrá apreciarlo en la inauguración del sábado 8 de noviembre. Mercedes puede pues estar orgulloso de tal acontecimiento, siendo la primera ciudad del interior que inaugurará los Verdaderos  films sonoros y parlantes”.

En el mismo día, en la misma hoja y al lado de esta noticia hay un aviso del Cine Teatro Artigas para el sábado 1 y domingo 2 de ese mes de dos grandes espectáculos sonoros. Ofrece las primicias del arte sonoro en una película que lleva por título:”Por una mujer”.

Como se ve la competencia para mostrar ese adelanto era tremenda, ya que sólo hubo una semana de distancia entre uno y otro cine en esa disputa. 

El 8.XI.1930 la prensa dice: “Se inaugura en el Rex Theatre ese día exhibiciones del film sonoro a las 2l y 30- Es una verdadera novedad que se hace doblemente interesante por la perfección técnica y belleza de las modernas máquinas instaladas. Los invitan a autoridades y prensa a visitar y admirar esas máquinas el mismo día a las 18 horas”. Invita como Gerente A. Magliacca.

El Rex vió el decreto de su defunción simultáneamente con los otros cines del medio, desplazado por la llegada de los nuevos medios de proyección de películas en los propios televisores hogareños.

Antes incluso de la actividad de aquel cine, debido al emprendimiento de un grupo de damas allegadas al Colegio Salesiano, se constituyó una agrupación dedicada a la traída de películas con cierto sentido de moralidad y apropiada para la juventud de entonces, habilitándose un salón denominado “Cine Teatro Artigas” junto al referido colegio, lugar muy bien puesto, donde se proyectaron durante más de 30 años numerosas películas de cartel. 

Fue en este cine donde se proyectó en 1930 la primera película sonora en el medio, seguida pocos días después por las exhibidas en el Cine Rex según se dijo.

Esta sala se aprovechaba también por el propio Colegio, realizando allí Teatro por el conjunto teatral Pbro. Francisco Baratelli, certámenes de religión, distribución de premios escolares y cierre de actividades anuales, siempre con gran presencia de público. 

Transcribimos noticia de diarios de la época- el 3 de noviembre de 1930 se dice: “Teatro Artigas - Con gran éxito se han realizado los días sábado 1 y domingo 2  las dos primeras exhibiciones sonoras parlantes en esta ciudad. Primicia obsequiada por la “Royal Film” usando para ello una máquina transportable alemana, último sistema, la que está haciendo conocer y adoptar en toda la República. Cábele pues a este Cine la suerte de haber albergado por primera vez esta novedad artística para esta sociedad. 

El público aplaudió con entusiasmo desde los primeros momentos. Sin embargo no es del paladar de todos, pues en este sentido están muy divididas las opiniones. De todos modos era de lamentar que este adelanto no hubiera llegado hasta nosotros aún”.

 Sobre calle Rodó existió durante mucho tiempo un amplio y largo local que fue utilizado sucesivamente por distintas empresas que operaban en el ramo de Barraca, como la de Lahusen, la de Varsi y otras, ocupando el edificio varios metros por aquella calle y también por la actual Fcio. Sánchez, teniendo como pared lateral al oeste, la que ocupaba toda la calle J.P. Varela, entre aquellas otras dos.

Posteriormente parte de esa construcción, dividida al medio y  con frente sobre calle Rodó, se utilizó y convirtió en el Cine Mercedes, otra sala puesta con todo lujo de acuerdo a las necesidades de la época.

Tuvo su momento de auge, cayendo junto con las demás en el momento en que el progreso y las facilidades del cine en el propio hogar, terminó con estos ya grandes emprendimientos que resultaban sumamente inconvenientes económicamente.

Largas colas de espectadores esperaban para poder adquirir sus entradas sobre todo en los días sábados y domingos, siendo la concurrencia muy numerosa.

Y así, casi a vuelo de pájaro nombramos otra sala que se planteó para este mismo fin y creemos que pudo proyectar alguna película en el poco tiempo que perteneció a una empresa dedicada a ese menester. 

La misma era gerenciada por el recordado don Armando Rossi, quien tuvo a su cargo la unificación de las cuatro salas, excluyendo la del Teatro Artigas, cuando ya se avizoraba que la proyección de películas en salas de gran tamaño había dejado de ser conveniente.

Hubo con antelación otros lugares donde se proyectaron en tiempos ya lejanos, filmes  como en  el Cine España, el de la Sociedad Italiana denominado “Roma”, el conocido como de Rivarola, otro en el sitio que hoy ocupa la casa Arrieta, etc. ya estudiados por Lockhart, mencionados por Hourcade, por J.S. Soumastre, etc. en distintos artículos, libros o periódicos.

Es esta someramente una reseña de la evolución de este entretenimiento que echamos tanto de menos.