Desde hace un tiempo el país está embarcado en la discusión de la Ley de Presupuesto, la última de la actual legislatura que puede significar cambios en la medida que el año próximo será año electoral.

En plena discusión parlamentaria todo hacer prever que se terminará aprobando con algunos aumentos de gastos financiados con escenarios futuros de aumento del Producto (PIB) y también con futuras ganancias que tendría el Banco República. Algunos cuestionan que el gobierno se posicione como un futurulogo optimista y en su escenario favorable afirma que el déficit fiscal no subirá, sino que por el contrario bajará, sin dudas argumentos cuestionables pero lo dejaremos para otra oportunidad. 

En ésta ocasión me interesa reflexionar acerca de la posición adoptada por el Pit Cnt y las recomendaciones concretas que han realizado para reclamar mayor gasto público e inversión. 

Antes que nada es necesario mencionar brevemente el estado de la economía uruguaya y la coyuntura del contexto internacional que tanto nos afecta.

Si bien aún se mantienen ciertas fortalezas macro económicas, como el nivel de reservas por ejemplo, el talón de Aquiles es el déficit fiscal, que lejos de bajar como se anunció, se ha estabilizado en torno al 4 % del PIB, que además de ser un guarismo muy alto en si mismo, es compartido por los diversos agentes que es insostenible en el mediano y largo plazo.  Asimismo el enlentecimiento del crecimiento, cuando no el estancamiento, ya es un hecho aceptado por todos; el desempleo consolida su tendencia al alza, los problemas de competitivad siguen cerrando empresas, ramas industriales enteras (el sector lácteo por ejemplo) están en serios problemas, la inversión extranjera directa está en franco deterioro y los capitales fugan de los países emergentes a refugiarse en el dólar, que seguirá fortaleciendose según todas las previsiones. En la región Brasil no termina de enderezarse y Argentina no para de caer, entre los muchos problemas que genera sin dudas pegará muy fuerte en la próxima temporada de verano. En fín, la mano ya está complicada y parece ser que nos esperan mayores desafíos aún. 

 Ante ese panorama, que podrá admitir matices de intensidad pero no puede negarse tercamente la realidad, incluso documentos del Pit Cnt la reconoce, ¿Cual es el camino y que proponen los sindicatos? Reclama al gobierno “Audacia”.

Analizando un poco más a fondo lo que propone la Central de Trabajadores, primeramente fundamentan los argumentos en cuanto a obtener recursos para atender las necesidades de la educación, de la salud, del gasto social, etc., no debe haber un uruguayo que no las comparta, más allá de que alguno podrá cuestionar que por ejemplo en Educación se invierte más que nunca y sin embargo los resultados son comparables a países Africanos, pero en el fondo todos estaremos de acuerdo en aumentar las inversiones que posibliten el desarrollo equitativo. 

También se debe reconocer que en su propuesta no olvidan que los recursos materiales, como sucede en una familia, en una empresa, incluso también el presupuesto nacional, son recursos finitos y que en general suelen ser insuficientes para cubrir todas las necesidades, por lo tanto reconocen ese inconveniente y hacen propuestas al respecto, allí viene lo interesante y lo que me merece alguna reflexión. 

Resumiendo lo más posible, y dejando de lado las propuestas que no merecen ni detenerse un segundo como hacer uso de las reservas nacionales, o no reducir el déficit fiscal; en términos generales proponen subir los impuestos a los más pudientes, consideran que “hay espacio” para mayor aporte de los trabajadores que según ellos están en una situación cómoda y especialmente del ámbito empresarial. 

Proponen reducir la devolución del FONASA, cabe recordar los que obtienen esa devolución no son solo la clase alta, que son muy pocos en número, sino que la gran mayoría son la clase media trabajadora con salarios normales para el costo de vida uruguayo (mayores a 45 mil pesos en la mano), en general esos trabajadores comparten la característica que consumen la mayoría de su ingreso, en bienes pero también contratan servicios de otros trabajadores, por ejemplo servicio doméstico, jardineros, etc. Ese grupo de trabajadores  que supuestamente tienen espacio para pagar más, además en general también son los que pagan el IRPF, que como sabemos puede llegar a tasas marginales muy altas similares a los países de primer mundo. 

La mayoría de las propuestas se enfocan en aumentar la carga tributaria de las empresas, aumentar el Impuesto al Patrimonio, aumentar el IRAE (Impuesto a la renta Empresarial) de 25 a 30%, revisar las exoneraciones, aumento de los aportes patronales, entre otros aspectos. 

En un análisis puramente matemático de 2 + 2 = 4, sin dudas que cierra, obtenemos más recursos y seguimos aumentando el gasto público, pero olvidan los aspectos socio económicos de los tributos y el efecto que cambios en las reglas de juego suelen generar en la conducta de los agentes involucrados. Abunda teoría y evidencia empírica fácilmente accesible al respecto.   

Tampoco consideran que la presión tributaria en Uruguay es alta, de las más altas de América, a ello podemos agregar otras desventajas competitivas que sufren las empresas como por ejemplo altos costos de las tarifas públicas, encarecimiento de los costos en dólares comparados a nuestros competidores, problemas en la infraestructura, desventajas en la no existencia de producción a escala. En el mundo de los negocios del siglo XXI y el comercio globalizado, la localización de las inversiones depende mucho de las ventajas comparativas pero sobre todo competitivas de los países. 

En momentos que escribo estas líneas se conoce que Motociclo se presenta a concurso de acreedores y Saman cierra alguna de sus plantas para bajar costos, otros 800 y pico de puestos de trabajo perdidos que se suman a los 55 mil de los últimos años.  Si además nos paramos un segundo a pensar lo que hablamos al principio, fuga de capitales por la coyuntura internacional, abaratamiento en dólares de los países vecinos (devaluación de 120 % en Argentina y 25 % en Brasil), reducción de la inversión extranjera, aumento del desempleo en Uruguay, incluso bastaría simplemente con mirar el informativo a la noche y vemos que todas las semanas cierran empresas, sobre todo industriales que dejan decenas y cientos de personas sin empleo, y en ese contexto las medidas propuestas por los sindicatos, no solo cambian las reglas de juego de las inversiones ya instaladas, hecho que hace perder seriedad en la imagen del país, sino que aumentan los costos y complican la viabilidad de nuevas inversiones. 

El Estado ya no admite aumento de funcionarios públicos, sino lo contrario, y no olvidemos que sin capital no hay empresa y sin empresa no hay trabajadores.

Salvo alguna excepción, no se los escucha preocupados por el descenso en la productividad del trabajador uruguayo (en algunos sectores se ha medido en mas de 30 %), ni tampoco el porcentaje de ausentismo que ronda el 20 % (si la empresa precisa 10 trabajadores debes pagar 12 porque 2 faltarán), situaciones que obviamente atentan contra la inversión y el empleo.   

Los sindicatos están llamados a cumplir una tarea muy importante en una República democrática defendiendo los intereses de los trabajadores, la parte más débil en el contrato laboral, pero antes que cuidar el salario y las condiciones, hay que cuidar que exista empleo, desconocer las reglas básicas del funcionamiento de la economía de mercado puede ser peligroso y el remedio que proponen terminar agravando la enfermedad. 

Así las cosas, hay que ser muy audaz para pedir audacia!!!

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