El final de la célebre ópera "Carmen" fue cambiado por el productor Leo Muscato para no interferir con las protestas de violencia de género que también proliferan en el viejo mundo.
El teatro Maggio de Florencia fue escenario de un insólito final de la ópera donde en lugar de "Carmen" quien muere es Don José, su amante abandonado y enfermo de celos que deja de existir con unos disparos de pistola.
También se cambió el motivo de la muerte. El crimen pasional que había imaginado Georges Bizet se sustituyó por un crimen por encargo y según el director de la obra, la variante se la sugirió el director del teatro buscando una solución para que Carmen no muriera al final.
Nuestra época -explicó el director- marcada por el flagelo de la violencia contra las mujeres no debería aplaudir el asesinato de una de ellas, lo que parece inconcebible.
En el mundo del arte, sin embargo, la modificación de una obra clásica del teatro universal no fue vista con buenos ojos ya que si bien el argumento encontró otra salida, cambiar el mismo es igual a modificar una pintura clásica agregándole o quitándole elementos que el autor puso en otra época con otras consideraciones y con otra cultura.
No se ha defendido -dicen- la pureza del libreto en la que Don José exclama a viva voz a los gendarmes: "Podéis arrestarme... yo la maté! ¡Ah Carmen! ¡Mi adorada Carmen!.
Lo curioso es que este final no ocurre en los teatros de Los Angeles o de Washington, sino en la propia cuna de la ópera que ha pretendido defender la tragedia antigua en todos sus aspectos.
Se asegura que bien mirado, lo del director Muscato tampoco es tan correcto, porque si se buscaba un mensaje, el mensaje es horrible.